lunes, 5 de enero de 2009

EL SABOR DE LA VENDETTA

El empate de Osasuna en Sevilla tiene un sabor especial por demasiados motivos. Los desencuentros entre rojillos y sevillistas han sido muchos y bastante desgraciados, por cierto, la mayoría de ellos en el Pizjuán, y no es casualidad. Por ello, el empate que abre el 2009 con gol en el minuto 90 alegra un poco más. Estoy convencido de que Ziganda y Aguirre, si vieron el partido por televisión, esbozaron una sonrisa por el éxito rojillo y por el sabor de vendetta que tienen el gol de Pandiani y la parada milagrosa de Roberto en el último minuto.
Pero venganzas aparte, el punto de ayer tiene pinta de ser punto de inflexión. La mala suerte y las dinámicas negativas se van igual que un dolor que desaparece sin motivo específico. El trabajo de Camacho y sus hombres es innegable, pero está claro que hay un componente inexplicable y necesario que puede haber regresado al seno rojillo. La suerte, la fortuna o las buenas rachas, llamésele como se quiera, son elementos que nadie puede controlar y que se dirigen directamente al ánimo y a la cabeza del futbolista y, por ende, a su confianza.
Por eso el empate de ayer puede ser realmente importante. Porque el partido ante el Valladolid no se hubiera empatado si el equipo estuviera con confianza y no atemorizado ante la siguiente calamidad que pueda surgir. La Copa y el Barcelona son las siguientes pruebas para ver si las cosas realmente han cambiado de verdad. Mantenerse vivos tras el mes de enero será la prueba irrefutable de que se puede, de que we can.

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